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Algunos aspectos jurídicos en torno a la Superliga 

Por Francisco Lapouble

El comunicado de creación de la Superliga del pasado 18 de abril, sigue generando debates en el ecosistema del fútbol, después de que doce de los clubes más importantes de Europa, encabezados por el Real Madrid, anunciaran la conformación de una competición al margen de las disposiciones legales sobre las que se sostiene el fútbol asociación.

El deporte, como industria, es un fenómeno global que genera billones de dólares al año. El balance de poder que se mueve en medio de todo esto ha sido centro de controversias entre los clubes y la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).

Este tipo de iniciativa no es nuevo:  en septiembre de 2000, catorce clubes europeos organizaron el G14. Como en esta ocasión, la UEFA y la FIFA rechazaron esa decisión, por considerarla un sabotaje al fútbol y a sus fanáticos.

Al igual que aquel G14, la Superliga surge como consecuencia de la recurrente insatisfacción de los clubes con UEFA, por la forma en que esta última maneja el proceso de toma de decisiones en los temas económicos y deportivos del fútbol en el Viejo Continente. Los clubes entienden que, actuando como colectivo, tendrían una mayor exposición y mejores beneficios al margen del organismo regulador.

Sin embargo, la oposición y el rechazo que ha recibido por parte de fanáticos, clubes y gobiernos europeos ha provocado la retractación de la mayoría de los equipos fundadores. A pesar de que este nuevo intento puede ser considerado como un fracaso, el proyecto sigue vigente, así como aquellas discusiones jurídicas sobre las características anticompetitivas que identifican al deporte-industria.

Una de las particularidades que llaman la atención de la existencia y el manejo de las ligas profesionales es que, en su mayoría, estas funcionan bajo esquemas anticompetitivos. El precedente más importante sobre este respecto lo estableció la Suprema Corte de los Estados Unidos en el célebre caso Federal Baseball Club v. National League, donde en 1922, decidió que el Sherman Antitrust Act no le es aplicable a la Major League Baseball. 

En el fragor de esta nueva saga, tuvimos la oportunidad de ver a un tribunal pronunciándose sobre esta problemática en la medida cautelar que otorgó el Juzgado Mercantil Número 17 de Madrid solicitada por los clubes, en cuyo fallo se prohibió a la UEFA y a la FIFA sancionarles, tanto a los jugadores involucrados en la Superliga, bajo el fundamento de que las mismas impiden la libre competencia en el mercado de las competiciones del fútbol profesional a nivel europeo.

Aunque esta decisión que le favorece, en términos concretos, la Superliga es la asociación de unos clubes en contra de un sistema que en la actualidad no controlan, para operar como una especie de cartel organizado para decidir sobre los beneficios y la dirección de los ingresos de su competencia. La colusión de un grupo que pretende redefinir el deporte como industria, repercutiendo significativamente sobre su principal producto de consumo: el fútbol.

Lo que parecería estar claro es que las estructuras del deporte cambiaron, y el negocio también. Para mantenerlo funcionado en escalas de éxitos, como hasta ahora, se necesitan nuevas estrategias que sean respaldadas por los gobiernos y cuyas controversias puedan dirimirse siempre en el marco de los foros tradicionalmente reconocidos por el Derecho del Deporte. Porque no es ni la primera, ni será la última vez en que los clubes, cada vez más con más dinero y poder, reclamen sus derechos o pretendan imponer sus intereses a los reguladores.

La pregunta de si se debe permitir al deporte profesional seguir operando como monopolio, al menos en el ámbito europeo, quedará todavía sin responder y se seguirá planteando cada vez que surjan nuevas controversias. Aunque siendo sinceros, sin necesidad de que la Comisión Europea se pronuncie, el fútbol, de cualquier lado que usted prefiera ubicarse, funciona como monopolio.

Y parecería no pude ser de otra manera, y que el precedente estadounidense de  Federal Baseball Club v. National League, a las puertas de su centenario, debe adoptarse en todo el mundo. O ¿podría ser viable en nuestro país un escenario donde exista en beisbol una liga que compita con LIDOM?, ¿una liga que compita en fútbol con la LDF?. En Europa, tampoco veremos más de una entidad organizando los campeonatos nacionales de primera y segunda división, ni tampoco, por el momento a nivel continental, por un lado la Champions y por otro la Superliga.

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