El liberalismo libertario concibe a la libertad individual como un supremo valor. En tal virtud, la filosofía libertaria se inclina hacia la voluntad del individuo de lograr sus propios planes o deseos, así como para cuidarse. Por ello el Estado y su intervención, muy cercano a la filosofía anarquista, no tienen la plena confianza del individuo, pues este considera la legitimidad del Estado como cuestionable para intervenir en la persona, su cuerpo y las decisiones que adopta, no solo respecto a si mismo, sino también respecto a su propiedad.
En el desarrollo del presente artículo analizamos un vacío normativo en nuestra legislación, respecto a la regulación de la publicidad exterior en bienes de dominio privado, analizando algunas sentencias de nuestro Tribunal Constitucional y la facultad de los Ayuntamientos de emitir arbitrios para gravar esta actividad.